Akil es un niño de 14 años detenido por el ejército israelí. Se encuentra en un cuarto de interrogatorios. Oye voces y lamentos de otros muchachos y de hombres adultos. Lleva los ojos vendados y lo han sentado en un rincón. Piensa: “mis padres no saben donde estoy. Tengo derecho, según me ha contado mi primo Mahmoud, a una llamada de teléfono, pero todavía no me han dado esa posibilidad. Ya no sé cuantas horas llevo aquí. Me harán lo que le hicieron a mi primo que estuvo un mes en la cárcel por tirar piedras a los colonos. Espero que no me pase lo que a él que se orinaba y tenía pesadillas. Me contó que después de salir oía sin parar, sin poder pensar en otra cosa, los gritos y los empujones de la policía.
El corazón me late sin freno, me siento inseguro, sin derechos y con miedo. ¿Y si no me dejan llamar a casa?, yo si he tirado piedras a la policía y hay odio en mi corazón. Han entrado varias veces en casa y nos han destrozado lo poco que teníamos, buscando armas y terroristas, esa es su excusa”.
Sus pensamientos se paran en seco pues alguien lo agarra por el brazo, lo levanta y lo empuja hasta otra zona del lugar en el que se encuentra… Read the rest of this entry »